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La agachera: la maña de Marianito

Una foto muy particular de la lucha de Marianito: Mariano tiene una lucha que aún no ha sido registrada, pero que todos reconocen como suya. Es una variante de la agachadilla, pero rematada de forma muy personal, sacando la mano a la espalda y dando la vuelta al rival. “Cuando el luchador perdía el pie, ya no lo dejaba recuperarse”.
  Algunos la quisieron llamar "marianita", pero él siempre dijo que prefirió que se llamase "agachera", por ser de Agache. 

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Corto "El viaje". CEIP Agache

Primer premio del concurso de cortometrajes escolares #Athanatos convocado por el Museo de la Naturaleza y el Hombre de Tenerife. Realizados por los alumnos de 5° y 6° de primaria del CEIP AGACHE, había que contar en tres minutos una historia relacionada con la muerte.

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A la memoria de Eloy Rodríguez (Eloito)

Algunas de las muestras de cariño recibidas por el fallecimiento de Eloy.

Copla de Juan Carlos

Capirote que cantaste
en las ramas del ciruelo
el corazón alegraste
ahora cantas en el cielo
 

Folías de Soraya Rodríguez

Te vas cantor de mi pueblo
Aquí quedan tus cantares
Queda tu voz en el viento
Queda el amigo entrañable

Décimas y folías de Paula Flores 

Dicen que el pueblo vecino
ha despertado sin voz
Porque hoy le ha dicho adiós
un ser grandioso y divino,
que cantaba cristalino
y en su cantar hizo historia
por eso es que la memoria
no debe dejarlo ir
Eloìto ha de vivir
no le queda escapatoria

 "Folías a Eloíto"
 1
 Quedó al desnudo el silencio
y los barrancos sin eco,
el pueblo vistió de llanto,
porque Eloíto en su canto
dejó la tierra en barbecho.

2
No te dejamos partir,
pues te llevamos adentro,
en todos los corazones
de este tu pueblo agachero
suena tu canto sereno.

 3
Te quedarás para siempre
alegrando los caminos
nunca se marcha el amigo
que en su pueblo haya sembrado
su semilla, como el trigo.

Homenaje del programa Noche de Taifas 



(ep. 27 12/05/2018) https://youtu.be/nx_b40LlRFE

Alguna de las condolencias recibidas en las redes sociales de la Rondalla































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MARIANO MIGUEL DÍAZ HERNÁNDEZ (MARIANITO)

BIOGRAFÍA DE MARIANO MIGUEL DÍAZ HERNÁNDEZ, MARIANITO
Inicios
Mariano Miguel Díaz Hernández, conocido en el mundo de la lucha canaria como Marianito, nació el 18 de octubre de 1943 en el Lomo de Mena, una pequeña localidad de la comarca de Agache, en Güímar. Hijo de Juan Bautista y Belisaria, es el mayor de tres hermanos. Lucha ya desde niño con sus compañeros, por pura inercia de la cultura que lo rodeaba. Con 16 años fichó por El Benchomo (El Escobonal) por destacar entre sus amigos, y solo un año después se convirtió en máximo tumbador del club. Poco después se disolvió temporalmente el Benchomo, y luchó una temporada en el Tinerfe de Barranco Hondo, Candelaria.

En el Sáhara La necesidad lo obliga a emigrar, primero a Francia, entre sus 20 y sus 23 años, y más tarde al Sáhara, en dos etapas, entre los 25 y los 28. En este último lugar llegó a haber hasta 5 clubes de lucha, por la gran cantidad de canarios que allí se encontraban. Al poco de arribar, Mariano destaca en su equipo, el Unión Temporal. En su segundo año incluso colabora en el fichaje y formación de luchadores. “Cuando no había suficientes luchadores, convencía a otros canarios para que luchasen, los preparaba, y con eso ganamos la liga, que no se lo esperaba nadie”. Mariano Díaz fue declarado máximo tumbador del torneo en aquella ocasión.


Nuevamente en Tenerife A su regreso de la experiencia africana fichó nuevamente por el Benchomo, que por entonces se refundaba, luchando exitosamente en este club algunos años. A los 30 ficha por el C.L. Añaterve, de Güímar, como mandador y luchador. En Marianito destaca su faceta como formador de luchadores y creador de afición. “En tres meses se quedaban tirando a gente luchadores que nunca se habían puesto la ropa”. Por eso, cuando poco después se formó el C.L. Agache, Mariano fue fichado como mandador.


Selección de Tenerife y otras grandes citas Desde los 17 años, y en varias ocasiones, fue requerido para participar en eventos importantes. Cada vez que se organizaba una luchada especial, como los combinados Norte y Sur de la isla, la selección de Tenerife o la luchada de San Pedro, lo llamaban, en palabras suyas, “principalmente por mi forma de luchar”, referido, sin duda, a su extraordinaria habilidad, su prodigiosa cintura y su sentido del equilibrio. En definitiva, por dar espectáculo. Mariano fue un luchador de baja estatura y complexión atlética, que basaba su éxito en la técnica y no en la corpulencia. Con él se dio muchísimas veces el caso que reza el estribillo: “el grande perdió, el chico ganó”.

La lucha de Marianito Mariano tiene una lucha que aún no ha sido registrada, pero que todos reconocen como suya. Es un tipo de agachadilla rematada de una manera especial, sacando la mano a la espalda y dando la vuelta al rival. “Cuando el luchador perdía el pie, ya no lo dejaba recuperarse”. Esta maña, según su creador, “debería llamarse agachera”, por su lugar de origen, Agache.

El Club de Lucha Güímar En 1989 funda el C.L. Güímar, siendo la persona clave y principal artífice de la consecución del actual terrero de lucha de Tasagaya. Este terrero está considerado como uno de los mejores de las islas, y fue escenario de muchas y brillantes luchadas. Marianito fue el primer presidente y mandador del club, y entre sus principales logros destaca la consecución de la liga insular de 2ª categoría en su segundo año de fundación. Sin duda, méritos más que suficientes como para ser requerido en una ocasión como mandador de la selección de la provincia de Santa Cruz de Tenerife en la luchada institucional del día de Canarias. Durante aquellos años, por sus manos pasaron y se formaron muchos luchadores y grandes conocedores de la lucha, entre los que es imposible destacar solo unos pocos.

Su visión de la lucha Mariano Díaz, más allá de un gran luchador, de un artista y un espectacular estilista, es un apasionado de nuestro principal deporte vernáculo. Su obsesión siempre ha sido la formación de luchadores, la conservación de la nobleza en los terreros y el fomento de la calidad y la excelencia de la lucha. Y todo esto por encima de la rivalidad entre clubes. ¡Cuántas veces dio Mariano grandes consejos a luchadores del equipo rival! Por estas y otras razones, Mariano Díaz Hernández, Marianito, es una de las personalidades más apreciadas dentro de la gran familia de la lucha canaria.

Mariano Díaz Hernández Marianito recibió un homenaje en el antiguo Terrero de Lucha de Tasagaya, que hoy día lleva su nombre, el 24 de junio de 2017 en un acto que contó con la presencia, entre otros, de la alcaldesa de Güímar , Carmen Luisa Castro. Excompañeros y amigos de Mariano formaron un paseíllo para dar paso al verdadero protagonista de ese día, para luego dar paso a los combinados del Chimisay y el Benchomo. También la cantera güimarera, en este caso los benjamines, luchó en el homenaje a Marianito.




A continuación se reproducen unas décimas compuestas por Shane Hernández y presentadas en dicho homenaje, en que se resume la vida deportiva de Mariano Díaz 

MARIANITO
Buenas tardes. De algún modo,
un hombre que fue figura
y que regó la cultura
nos convida a este recodo.
Un hombre que por su apodo
en la lucha deja escrito
el nombre de ¨Marianito¨,
y presten mucha atención:
¡Por su gran dedicación,
es más grande que chiquito!

Desde joven comenzó 
en su barrio Lomo Mena 
y jugando con la arena 
su primer calzón fajó. 
al poco ya destacó 
por imprimir pundonor, 
pues sus tardes de sudor 
lo volvieron con aplomo 
del Club de Lucha Benchomo 
el máximo tumbador.

El Tinerfe, en Candelaria, 
lo ficha por su traspiés, 
y poco tiempo después 
deja su cuna canaria. 
Parte de su tierra agraria 
y a África fue a parar. 
No olvidando su luchar 
como él muchos se fueron 
y con los años hicieron 
de las costumbres su hogar. 

Desde el momento inicial 
su apetencia era mucha, 
mató sus ganas de lucha 
fichando en el Temporal. 
Como era habitual 
que Mariano sorprendiera, 
en esas tierras de afuera 
regaló bellos instantes 
pues caían contrincantes 
rodando por su ¨agachera¨. 

Mariano Díaz Hernández 
bien puedes inflar el pecho 
pues por el deporte has hecho 
cosas buenas y muy grandes, 
quiero que consejos mandes 
a los que están por llegar 
y que los hagas soñar 
pues por muchos años largos 
y en diferentes cargos 
viste la lucha brillar. 

Los que luchan hoy aquí 
son frutos de tu semilla, 
mira que linda plantilla 
y gracias en parte a ti. 
Hace poco descubrí 
que no hay trabajo en vano. 
Si en cada pueblo cercano 
la lucha queremos ver 
en cada uno ha de haber 
como ejemplo un Mariano. 
                          Shane Hernández

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«150 años de museos arqueológicos en España» (n.º 35-2017)

Artículo de Octavio Rodríguez sobre el "Museo Arqueológico, Costumbrista y Naturalista del Tagoror Cultural de Agache, en El Escobonal (Güímar, Tenerife)" en el Boletín extraordinario del Museo Arqueológico Nacional «150 años de museos arqueológicos en España» (n.º 35-2017)" ,una publicación digital, en el que hace un resumen de la historia del nuestro museo, de la biblioteca anexa y de la dilatada trayectoria de nuestra asociación cultural, el Tagoror Cultural de Agache, que el pasado año celebró su 40 aniversario y de la que es presidente honorario. Fuente: http://www.man.es/…/b…/MAN-Bol-2017E/MAN-Bol-2017-35-093.pdf
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40 Aniversario del Tagoror Cultural de Agache

El próximo Domingo 19 de Noviembre a las 17:30 el Tagoror Cultural de Agache procederá al acto de agradecimiento a la directiva fundadora por el 40 aniversario de su creación.

Para recordar la importancia del Tagoror en los años de su creación, recuperamos las palabras de Octavio Rodríguez, principal impulsor y primer presidente, en su discurso de agradecimiento por la inauguración de la calle a su nombre.

Fuente: http://blog.octaviordelgado.es/wp-content/uploads/2014/08/Discurso-AGRADECIMIENTO-CALLE-EL-ESCOBONAL-2014.pdf

"...Simultáneamente, en 1977 un grupo de jóvenes decidimos fundar una asociación cultural, el Tagoror Cultural de Agache, que me tocó presidir antes de cumplir los 20 años y durante más de dos décadas. Enseguida se dotó de un museo arqueológico, costumbrista y naturalista, y luego de una biblioteca, hoy en unas espléndidas instalaciones; recuperó la Danza de las Cintas y el Entierro de la Sardina, organizó excursiones, ciclos de cine, ferias de artesanía y exposiciones, concursos de fotografía y dibujo, asumió un documental y varias publicaciones, colaboró en periódicos e incluso albergó durante un tiempo un centro cultural y recreativo y una academia de música. También por entonces comencé a colaborar con las fiestas patronales en honor a San José, que presidí durante algunos años, en los que se logró ampliar el programa tradicional, introduciendo juegos y competiciones deportivas, así como el pregón, la fiesta infantil, exposiciones, ciclos de cine, festivales musicales y artísticos, y otros actos culturales, ambiciosos para aquella época, tan difícil económicamente como la actual. Además, tanto desde el Tagoror como concejal y como vecino, traté de impulsar en esos años, dentro de mis limitadas posibilidades, las fiestas de Navidad y Reyes, los Carnavales, la festividad de San José del 19 de marzo y la Semana Santa." Ver noticia completa...

D. Eloy Rodríguez de la Rosa, Medalla de Bronce de la Ciudad de Güímar

Fuente: http://guimar.es/?p=2899 El pasado miércoles, 5 de septiembre, se cumplían XXIV años de la proclamación de la Virgen del Socorro como Alcaldesa Honoraria y Perpetua del municipio, organizándose por ello determinados actos en este día, en especial, la entrega de la Medalla de Bronce a D. Eloy Rodríguez de la Rosa.
Dicha distinción fue aprobada por unanimidad por los miembros presentes del Excmo. Ayuntamiento Pleno, celebrada el día 1 de junio de 2017, dando lectura de la propuesta de acuerdo adoptada por la Comisión Municipal de Honores y Distinciones.
Eloy Rodríguez de la Rosa nació en La Corujera de El Escobonal el 24 de octubre de 1934. Desde su niñez tuvo que ayudar a sus padres, don Eloy Rodríguez Frías y doña Ángela de la Rosa García, en las labores agrícolas, por lo que no pudo asistir a la escuela pública, pero sí lo hacía a las escuelas particulares por las tardes para así poder formarse. Su actividad profesional ha estado centrada siempre en el campo, y volcado de pleno en la agricultura, formó parte de la Cooperativa agrícola ‘Los Roques’ de Fasnia, siendo uno de los primeros socios de la misma, de cuya junta directiva fue vocal durante cuatro años, así como también ha sido acciona de diversas galerías como Morro Negro, Sosa y Cercado de la Viña, entre otras, obteniendo la jubilación como agricultor en 1999. Pero, al igual que la agricultura, el canto ha estado ligado a él desde su infancia, ya que daba rienda suelta a su afición cuando iba o venía del campo, el cual aprendió de forma autodidacta. También, cabe hacer hincapié en la influencia recibida por la voz de don Ramón Ramos, hermano del célebre solista Sebastián Ramos ‘El Puntero’, tío de la conocida cantante Olga Ramos, y amigo de su padre, considerando que su estilo está impregnado por la de esta mentada familia. Gracias a su extraordinaria y peculiar voz formó parte de La Rondalla de El Escobonal, en sus distintas etapas, ganó el concurso de Malagueñas celebrado en Barranco Hondo en 1994, participó en la grabación del primer disco de dicha agrupación en 1996, y ha intervenido en varios programas de radio y televisión como ‘Parranda Canaria’, ‘Canarias Viva’, ‘Taifa y Candil’, ‘Pueblo a Pueblo’, ‘Tenderete’ y ‘Noche de Taifas’, calando así en el corazón de todos los güimareros, y no güimareros, que han tenido el placer de escucharlo. Desde la Concejalía de Cultura, con David Román al frente, se quiere agradecer a los asistentes allí presentes por formar parte de este importante día, y, en especial, agradecer también la aportación realizada durante años por D. Eloy Rodríguez de la Rosa a la música popular canaria, aportando un valor añadido a la música folclórica de nuestra idiosincrasia, quedando en el recuerdo con verdadero sentimiento.
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El Escobonal vivió su ‘Noche de taifas’

FUENTE: http://guimar.es/?p=1364
Enlace al programa: https://www.youtube.com/watch?v=2CFnxhmNsdQ

 

    Esta semana en ‘Noche de Taifas’, programa dirigido por Elvis Sanfiel, ha tocado viajar a El Escobonal, Güímar, mostrando su música, sus peculiaridades populares, así como sus valores y riquezas, tanto musicales como de su gente.
    Y es que hablar de El Escobonal, es hablar de música, tradición, rondallas… La agrupación que preside Federico Marrero, la Rondalla de El Escobonal, dirigida por Miriam González, fue le encargada de dar el toque de color y distinción a esta noche tan especial, no solo por su característica vestimenta sino por su buen hacer, como mostraron a todos los asistentes, abriendo esta noche, como no podía ser de otra manera, con la berlina.
     Elvis Sanfiel destacó la investigación y compendio que ha realizado esta rondalla en el transcurso del tiempo. «Cuarenta años de trabajo, esfuerzo y dedicación para la recopilación de piezas, recorrido por el que han pasado figuras importantísimas como Joaquín Rodríguez o Josefina Marrero, trabajo que merece una felicitación» – apuntó el presentador. Pero la rondalla no estuvo sola. También estuvieron presentes dos grandes mujeres, y con sus voces vinieron las folias, «mujeres con carácter, con temperamento, que respiran canariedad por los cuatro costados» – describe Elvis- María Barbuzano y Rosa Castro, que aprovechó para especificar que el acople realizado a una de las folias fue extraído de unos versos del libro ‘Agacheros, 60 años de folclore’ de la gran folclorista agachera, Luisa Chico. 
     Pero no fueron las únicas voces que destacaron esta noche. Elvis Sanfiel también quiso hacer mención a la voz masculina que estuvo sonando, prácticamente, toda la noche, la de Eloy Rodríguez. 
     Durante toda la noche estuvieron acompañados, también, por la agrupación ‘Guaydil’, formación de Buenavista del Norte creada en 2010, que mostró un amplio repertorio de música universal popular, tocando temas como ‘Santa Lucía’ de Miguel Ríos o ‘Color esperanza’, compuesta por el argentino Coti y popularizada por Diego Torres. 
     Güímar no es solo rica por su música, sus tradiciones o su gente, también lo es por su gastronomía, no faltando en ningún momento el ‘Brumas de Ayoza’ o la cesta de frutas que formó parte del decorado, brindada por la Cooperativa de La Medida, de Lomo de Mena, que pudieron degustar tanto el presentador como la Alcaldesa de Güímar, Carmen Luisa Castro, que también formó parte en esa noche tan especial, aprovechando para agradecer al programa estar nuevamente en el municipio y dedicando palabras primorosas al enclave de El Escobonal, «lugar que guarda numerosos tesoros y valores, desde sus rondallas hasta su litoral de Agache». 
     Dentro de esos tesoros se enmarcan las costumbres y oficios, algunos en extinción, como el de la artesana de calado Angelina, siendo el punto más entrañable del encuentro, a la par que divertido, oficio que no solo ha ejercido de manera independiente, sino también enseñando a las nuevas generaciones. 
      Pero si de algo se caracteriza El Escobonal, aparte de lo anteriormente descrito, es de su defensa a ultranza de nuestro deporte vernáculo, la lucha canaria. Por ello, también estuvo presente la representación de la cantera del Club de Lucha Benchomo, con su Presidente Xerach Puerta a la cabeza. 
      El concejal de Cultura, David Román, que también formó parte de esta noche, junto con otros compañeros como Rosa María Pérez, edil de Fiestas, recalca que «El Escobonal no pudo tener mejor representación para esta gran noche, que fue del disfrute de todos». Ver noticia completa...

Las danzas rituales en Tenerife: Las danzas procesionales de Güímar

Fuente: http://flautacanaria.blogspot.com.es/2012/07/tenerife_03.html?m=1

Las danzas rituales en Tenerife
En las danzas rituales, los movimientos, la vestimenta, la música, están establecidos y se ejecutan generalmente en homenaje a un santo patrón. 
Encontramos distintos tipos de estas danzas:
De mástil o lanza: alrededor de un palo los 12 danzadores van entretejiendo unas cintas de colores mientras ejecutan determinados movimientos. Los acompaña un porta-mástil y un tamborilero que además a veces toca el pito o flauta. Los danzadores tocan castañetas. La melodía que se baila es un tajaraste. En la vestimenta hay cintas y fajas de determinados colores. La indumentaria más completa y mejor conservada es la de la danza de Güímar. 
         -Danza de Cintas de Güímar, que se detalla más adelante.
-Danza de Cintas de El Escobonal, relacionada con la de Güímar aunque diferente en el vestuario. En este caso los niños visten de marinero. Esta indumentaria se debe a que El Escobonal tenía un puerto de mar de los más importantes del sur de la Isla: El Tablado, por donde desde el siglo XVI se embarcaron enormes cantidades de madera de los montes de Agache para construcción de barcos, viviendas, etc.  Parece ser que en 1999, junto a la Danza de niños salió otra de adultos, como siempre se hizo tradicionalmente y bailaban de manera mucho más viva y ejecutando saltos y figuras más complejas. 
-Danza de Igueste de Candelaria
-Danzas de San Diego, San Benito y Las Mercedes en La Laguna
-Recientemente se ha formado una danza en El Tablado, barrio de El Escobonal, a semejanza de la de ese núcleo
  Danzas de flores: los danzadores en lugar de cintas portan varas semi-rígidas sujetas al mástil, adornadas con flores. La danza consiste en movimientos rápidos y cruces de los danzadores que tocan chácaras. La vestimenta es camisa y pantalón blanco, bandas de colores y sombreros de paja adornados con flores, plumas y largas cintas. En este apartado se incluye la danza de Tegueste y la danza de Guamasa.
   Danzas de varas: Los bailarines van unidos por varas adornadas con papeles de colores. Dirigidos por el guío van ejecutando diversas figuras. En la parte correspondiente a la danza de Las Vegas se recoge una información detallada, en base a entrevistas de campo e investigación personal. Las tres danzas de este tipo se sitúan en Granadilla (Tenerife) y están relacionadas entre sí, derivando unas de otras: danza de Las Vegas, danza de Chimiche y danza de Charco del Pino.
Las danzas procesionales de Güímar
Una de las representaciones culturales que desde épocas remotas se mantiene en Tenerife es la danza de Güímar. Güímar es un municipio situado en el este de la isla de Tenerife, que comienza en el volcán de Arafo y acaba en el barranco de Herques. Comprende las poblaciones de Balandra-Los Picos, Chacaica, Chacona, Chimaje, Chogo, El Escobonal, El Socorro, El Tablado, Guaza, San Pedro Arriba, San Pedro Abajo, San Francisco Javier, La Caleta, La Hoya, La Medida, La Puente, Lomo de Mena, Los Barrancos, Pajara, Puertito de Güimar, Punta Prieta, San Juan y el barrio de Fátima.
La Danza de las Cintas es una de las manifestaciones más características y queridas en este municipio. Danza se refiere al grupo encargado de participar en una procesión religiosa con acompañamiento musical y coreográfico, para dar mayor realce al acto litúrgico. En el cortejo procesional, la danza aporta el elemento espectacular de la música y el baile. Tradicionalmente, para organizar una danza debía obtenerse licencia del obispado; normalmente bastaba el consentimiento del sacerdote correspondiente que amparado en el derecho de costumbre, no solía ofrecer impedimento. En los primeros momentos, el responsable tenía una vinculación directa con esa iglesia o parroquia. Una vez recibido el permiso, organizaba lo necesario: danzantes, palo, cintas, vestuario, instrumentos y músicos. La danza procesional llegaba a tener categoría de hermandad o cofradía y ante cualquier contingencia era el sacerdote el encargado de administrar el orden o de decidir.
La danza de Gúímar nace en el año 1788, según documento sacado a la luz pública por don Manuel Acosta González, en el que un grupo de vecinos se dirige al Juez Real solicitando "que se facilitara una Danza, que formen antiguos vecinos y con la más tranquilidad y respeto acompañen la procesión, como así se practica en los pueblos de Arico, Granadilla y Villla Flor (sic) y otros muchos".
Como desde antiguo el casco se había dividido entre "Güímar  de Arriba" y "Güímar de Abajo" para organizar las fiestas, los años pares se asignaba la danza, íntimamente unida a San Pedro, el patrono, a "San Pedro de Arriba" y los años impares a "San Pedro de Abajo", surgiendo una rivalidad entre ambos que ha sido un factor importante para la supervivencia de la danza. El grado de brillantez en las diferentes procesiones suponía motivo de honra o vergüenza. Así que los encargados del "ramo" se esmeraban en que todo saliera lo mejor posible. El ramo es la manera como se conoce tradicionalmente al palo de la danza. Quien tuviera el palo o ramo era el encargado de velar por la danza. Si una persona dejaba la responsabilidad, entregaba el palo o ramo a su sucesor. Como en la ciudad de Güímar se han mantenido dos ramos, se habla de la existencia de dos danzas, una en cada distrito festivo.
La presencia de la "danza" en las fiestas es muy señalada, ya que participa en cinco procesiones: la antevíspera de San Pedro (el día 27 de junio), cuando la imagen parte de la iglesia principal y acude a la ermita del distrito correspondiente; la víspera o del regreso; la del mediodía; la de la noche y la de la octava. La danza ocupa un lugar preeminente en el cortejo procesional, pues es la encargada de anteceder a las andas en las que se porta la imagen del santo; en el caso de la fiesta de San Pedro, al ser en honor de San Pedro y San Pablo, el orden de la comitiva es: primero la danza, después la imagen de San Pablo, la imagen de San Pedro, y por último las autoridades, el clero parroquial y la banda municipal de música. Además, la danza participa también en las procesiones en honor a la Virgen del Socorro, la noche del siete de septiembre; antes también lo hacía en las fiestas de San Antonio y las de La Candelaria de la ermita de Chinguaro.
La danza también podía actuar como homenajes a personas consideradas. Por ejemplo, hubo años en los que el día de San Pedro visitaba determinadas casa particulares "danzando" para ellas. Con esta función ligada al homenaje, se acudió junto al patrón a la Laguna, a la consagración como obispo del güimarero Don Domingo Pérez Cáceres, el 21 de septiembre de 1947.
Asimismo, y desde principios del siglo XX, la danza de Güímar realizaba salidas para tomar parte en actuaciones relacionadas con la exaltación regional o con actos costumbristas, visitando la plaza de toros y la plaza de La Candelaria, así como célebres romerías.
La danza de Güímar, como ya se ha descrito, consta de doce danzadores, el mantenedor del palo y un tamborilero. Además, siempre hay varios colaboradores que velan por el cuidado de los componentes y un ensayador que se encarga de corregir y animar en los momentos de decaimiento.


En el momento en que se realizó este trabajo, la danza contaba con dos ensayadores, uno de ellos, el que más tiempo lleva, Félix Delgado Gómez, de 72 años, comenzó en el año 1960 a aguantar el palo. “Yo aguantaba el palo, estuve aguantando el palo 40 años; salíamos pa Villasol, Adeje, San Benito, pa los pueblos. Antes íbamos a donde nos llamaban. Ahora salimos por los días de  San Pedro na’más. Y en  el Socorro. En El Socorro bajamos el día 7 y subimos el día 8 y vamos pa la octava otra vez” (Félix Delgado Gómez, 72 años, recogido el día 26 de junio de 2008). Tiene dos sobrinas y una hija que participan en la danza actualmente. El otro ensayador es desde hace 8 años el sostenedor del palo, hecho habitual porque su figura es importantísima dentro de la danza, ya que sólo un giro en su posición haría que se traben las cintas. Su misión es dirigir a los danzadores, corregir si se confunden en los pasos o se retrasan con las castañetas, que deben coincidir con el toque del tambor.
El palo alcanza los cuatro metros de altura y habitualmente está pintado con una línea espiral de arriba abajo; en su parte más alta, de donde parten las cintas, está colocado un ramo de flores. De ahí el uso de ramo como expresión para designar al conjunto de la danza. Junto a las flores cuelga un roscón de pan confeccionado para las fiestas. Las cintas, que normalmente son de seda, suelen tener hasta siete metros de longitud y sus colores están en consonancia con la jerarquía existente entre los danzadores: rojas, amarillas y azules. En los últimos años esta disposición se está dejando a un lado buscando otros tonos como verde, rosa o blanco.
En cuanto a los danzadores –como son conocidos por la tradición local-, antiguamente eran varones mayores de edad; en torno a la guerra civil española, en los años cuarenta, se produjo un cambio de adultos a jóvenes y desde entonces el papel de danzadores queda desempeñado por niños que no suelen superar los catorce o quince años de edad. Esporádicamente se hacen puntuales apariciones de una danza compuesta por veinticuatro miembros, doce niños con el traje propio de danzador y doce niñas con el traje de maga, que bailan en el mismo palo, “doce de dentro y doce de fuera”, es decir, enredan en dos alturas diferentes. Según nos han contado en el pueblo, cada vez es más difícil encontrar danzadores. A los chicos les ha comenzado a dar vergüenza, así que, tanto en San Pedro Arriba como en San Pedro Abajo, han incluido mujeres en la danza, en el año 2008 por primera vez (en San Pedro Abajo ya lo hicieron en el año 2007). En San Pedro Arriba, concretamente, cuentan con ocho niñas y cuatro niños. También ha sucedido que como cada vez son más jóvenes, hace unos años que han comenzado a simplificar, facilitar la danza.
La vestimenta
Los danzadores y el mantenedor del palo van ataviados con un traje de ceremonia muy espectacular, sobre todo por el tipo de gorro, conocido por el pueblo como turbante. Su estructura es de cartón con forma cilíndrica, sobre el que se cruzan dos arcos, también de cartón. Todo ello está forrado en tela, generalmente de seda, de diverso colorido. Sobre este fondo se colocan flores, antiguamente de papel, hoy de plástico, en compañía de “prendas”. Estas “prendas” antiguamente eran piezas de oro y plata, desde cadenas hasta anillos, que aportaban la familia o allegados del danzador, en forma de préstamo. Hoy día se han sustituido por piezas de bisutería y lentejuelas. Lo más probable es que antiguamente fuera un gran compromiso para los danzadores adornar el turbante con la dignidad social requerida. Prueba de ello es que en la parroquia se guardaba un turbante para el danzador más pobre, que no poseía medios para adornarlo debidamente. Hoy día, el peso de este gorro, que puede sobrepasar el medio kilo, supone un inconveniente, e incluso un sufrimiento, para algunos pequeños danzadores. En la parte superior se puede ver un ramillete de flores de colores con una lazada de cinta roja. Los ensayos de la última semana son con el gorro, que dicen que es lo más representativo, para que se acostumbren a bailar con él.
María, nos cuenta que lleva muchos años haciendo los gorros; ella hace la estructura con una cartulina, la forra y va pegando con los adornos que le traen los niños y sobre todo las madres, nos cuenta ella, incluyendo variaciones sobre todo porque la bisutería que cuelgan va cambiando y la incluyen según lo que se lleva en el momento, de acuerdo con el gusto de los niños. “la cartulina, la forro con tela y después, las flores, de tela, que no sean muy grandes, los ramos, un lazo aquí y otro aquí y siempre se intenta que la parte de alante sea la más bonita, que es la que más se ve” (María, recogido el 26 de junio de 2008).
Los danzadores visten camisa blanca, sujeta por encima de los codos con una cinta de color y otra en el cuello, ambas con forma de lazo. Los calzones son de seda de colores variados y llegan por debajo de la rodilla y se rematan con medias blancas. Un dato curioso relativo a los calzones es que llevan dos pequeños bolsillos donde se guardan las castañetas al finalizar el baile. A la cintura llevan una banda de seda de varios tonos, anudada a un lado con un gran lazo de puntas bordadas con motivos variados como las llaves de San Pedro, espigas o flores, entre otros. Además, los guíos se distinguen porque llevan otra cinta cruzada por la espalda y el pecho que antes era de color rojo pero hoy se lleva al gusto.
En cuanto al calzado, de suela y cuero de color rojo, era elaborado por zapateros de Güímar para los danzadores de San Pedro, de forma exclusiva y por encargo. Posteriormente se utilizó el charol para su fabricación y hoy día se usan alpargatas o playeras también rojas.
Estructura particular de la danza
Los doce danzadores están estructurados en cuatro guíos, cuatro tercios y cuatro contratercios. Cada guío debía ser seguido por un tercio y un contratercio respectivamente. Los guíos, según su posición durante el baile, serán delanteros o traseros. Su color es el rojo; los tercios tienen el color azul y se encargan de llenar los huecos dejados por los anteriores en sus desplazamientos. Los contratercios, de amarillo, sustituyen a los anteriores.
La estructura del “enredar y desenredar” no sigue la misma estructura de otras danzas de cintas. Los guíos tienen un papel destacado. Así, ellos solos y el tamborilero tienen el privilegio de “saludar al patrón” , “al santo”, al inicio, durante y a la despedida de la procesión. Además, cuando se quiere “enredar” los guíos delanteros hacen que la danza quede dividida en dos “tandas”, cada una de seis. Entonces, según convenio, pasará una por encima y la otra por debajo. Y las tandas “vestirán el ramo” con seis cintas cada vez, no alternadas. Es ahí donde radica la dificultad. 
Soporte musical
El soporte musical para el desarrollo de la danza lo aporta el tamborilero, quien de forma simultánea toca la flauta y el tambor. La flauta es conocida como pita o pito, nunca por flauta, y se ha descrito en el apartado anterior. Desde hace más de ciento cincuenta años la única flauta empleada por los respectivos tamborileros de las danzas de Gúímar ha sido de madera, de origen desconocido y transmitida por generaciones. En 1992 don Isidoro Frías Díaz dejó de aparecer con regularidad en las procesiones y se comenzó a interpretar la danza con pitas de plástico o aluminio, lo que supuso un cambio tímbrico importante para los oídos de los asistentes, acostumbrados al sonido de la madera durante tanto tiempo. El principal problema en este tipo de flautas artesanas es la embocadura, que suele aflojarse con el uso, con lo que se altera la afinación. Por otra parte, hay dificultad para encontrar luthieres que las fabriquen.
El tambor es completamente de latón (incluidos los aros, que antiguamente eran de madera) y lleva un alambre en la parte posterior que debe ser afinado con una clavija y que dota al tambor de un sonido característico. Además, con el tensado de las obligaderas, que se encargan de apretar o de aflojar la tensión de los aros sobre el parche, se culmina la afinación.
Además, los danzadores lleva dos castañuelas, una en cada mano, que se denominan tradicionalmente castañetas. La falta de artesanos que las fabricaran ha hecho que sean sustituidas por otro tipo de castañuelas sobre todo de tipo andaluz. Cada danzador las hace sonar haciéndolas coincidir con cada paso, en los tiempos marcados, sin ningún tipo de subdivisión. A la vez que baila deberá recoger o soltar la cinta con ambas manos mientras “castañea” –como así lo llaman los ensayadores-.
La música que interpreta en tamborilero es el tajaraste, pero un tipo de tajaraste muy ceremonioso, lo mismo que el paso de los danzadores. Es una de las características de este tipo de danzas, ser de ritmo lento y pausado – a diferencia de las danzas festivas, de ritmo musical alegre y dinámico-. Además, es una danza sobria en sus pasos y mudanzas, no se separan los pies del suelo con movimientos bruscos, sino suaves, alzando solamente los talones. “La principal diferencia entre el tajaraste danzado y el tajaraste bailado es que, en el danzado no se salta, la pieza se realiza según las percusiones del tamboril; durante el baile, todas las cintas se van enrollando trenzadas en el palo, de forma tal que, para terminar el baile se ha de volver a la posición inicial. Todos los danzadores van cogidos a la cinta de su color con una mano y con la otra tocan las castañetas, dando pasos hacia adelante, hacia atrás, medias vueltas y descansos, al tiempo que van realizando diferentes figuras: el Santo, correr la banda, poner y quitar vueltas, etc., con cuidado de no trabar la danza.” (información proporcionada por Juan Carlos Díaz Castro, 52 años, de El Escobonal, Güímar, el 3 de julio de 2008)
También es característico que los danzantes no den la espalda a la imagen religiosa que están honrando.
En cuanto al toque de la flauta, se pueden obtener tres alturas melódicas combinando la posición de la lengua con los tres agujeros, según el estilo trasmitido por don Isidoro Frías. Así, durante el recorrido procesional, el tamborilero suele hacer tres variaciones del toque en una escala más aguda, para continuar luego en la mediana. Este orden se puede alterar según el gusto del tocador. La melodía se repite con el fin de que los danzadores puedan llevar a cabo el trenzado de las cintas.
El tamborilero también tiene mucho que ver con el desarrollo de la danza, ya que su ubicación y movimientos son de gran importancia, no sólo para no impedir las mudanzas con las cintas y danzadores, sino también para resaltar determinados aspectos como el saludo de los guíos al santo, momento en el que el tamborilero debe acercarse lo máximo posible a ellos para apoyarlos.
En cuanto a la figura del tamborilero, históricamente esta figura venía de la zona de Agache, concretamente del Escobonal. Se recuerda a Juan Díaz, “el cojo de la pita”, quien ya poseía estos instrumentos a mediados del siglo XIX, los cuales se fueron heredando para la animación de la danza. Gaspar Díaz (aunque en los escritos a los que hemos podido acceder coinciden en llamarle el cojo de la pita, también hemos leído Gaspar Díaz, en lugar de Juan) era pastor y tocaba la flauta cuando cuidaba su ganado. Le siguió su hijo, el célebre Cirilo Díaz, “Cho Cirilo el tamborilero”, que fue una leyenda en Bandas del Sur. Era el alma de la danza y además del tajaraste interpretaba otras piezas como el Santo Domingo, la Danza, etc., amenizando las fiestas de los campesinos (Yanes, 1994).
Con más de de 80 años le enseñó a su nieto, D. Isidoro Frías Díaz, que continuó la tradición hasta 1943, permaneciendo durante 50 años como único tamborilero en activo de las danzas de Güímar, El Escobonal y Fasnia. Hubo años que hacía más de 30 salidas con las diferentes danzas. Cuando llegó el momento de tomar el relevo a D. Isidoro Frías, se encontraron con que la figura del tamborilero estaba a punto de desaparecer, así que en 1995, el Ayuntamiento de Güímar organizó un curso para enseñar el toque de flauta y tambor, entregó el material y se preocupó de que se transmitiera. Hablamos con Blas García Bethencour, que participó en este curso: “A mí se me hizo un poquito fácil porque yo bailé la danza; a mí me viene ya de pequeño. El ritmo no fue para mí mayor problema; el problema fue tocar a la vez la flauta y el tambor. Primero nos enseñó el tambor, el ritmo. Luego nos enseñó los cuatro tonos que tiene la flauta, imitándoles a él y luego ya los dos juntos… Hay varios toques diferentes, yo para descansar a veces hago el que es más bajo y luego el agudo. La frecuencia depende de cada uno, siempre respetando la tradición.” Blas García Betencour lleva “creo que por lo menos 8 años, si no son más” realizando esta labor; suele ir también a otros lugares del sureste de la Isla, a la danza de los marineros de El Escobonal y a Fasnia, donde hay otras dos danzas son las que el suele ir a tocar esta misma melodía, aunque este año no lo ha hecho porque parece ser que hay problemas para continuar con la danza.
Las flautas se mandaron construir en las mismas fechas en que se hizo el curso, a un constructor llamado Francisco, de La Laguna, que parece que las realizó con una madera africana. El modelo de flauta que se utilizó fue la de Juan Carlos Díaz Castro, tamborilero de El Escobonal, que aprendió directamente de Isidorillo y es el tocador habitual.
Como ya se ha mencionado, estrechamente unidas a la danza de Güímar están la danza de El Escobonal y la danza de El Socorro. En ambas se interpreta el mismo tajaraste acompañando a la danza de cintas. La danza de El Escobonal “consta de una gran pértiga, palo de la danza, con una pequeña rueda en la parte superior que se mete en la pértiga y desde sonde se sujetan 12 cintas, continuando aún un trozo de palo, donde se coloca un ramo de siempreviva, un adorno o una bandera. Las cintas son 4 rojas, 4 azules y 4 amarillas o blancas; su disposición es similar a una gran estrella de doce puntas: 2 rojas delante y 2 detrás, 2 amarillas a la derecha y 2 a la izquierda, por último 4 azules que separan las rojas de las amarillas. Los danzadores son 12 personas vestidas con ropas de marineros, con los siguientes elementos: gorra blanca sin visera, camisa blanca con cuello de marino azul, pantalón bombacho hasta debajo de las rodillas de color azul, medias blancas, alpargatas blancas; además en el color del bailador, una banda terminada en lazo y unos brazaletes con lazo de cinta mas estrecha. El uniforme se tomó desde el comienzo, parece que, especialmente, cuando la danza iba a la fiesta de Las Mercedes, en septiembre, en el municipio de Arico, debido a que no había carreteras, llevaban a los danzadores en barco y luego desembarcaban en un pequeño puertecillo que había en la zona del Poris, de Abona, por eso lo de vestir de marineros. ” (información proporcionada por Juan Carlos Díaz Castro, 52 años, de El Escobonal, Güímar, el 3 de julio de 2008).
En El Escobonal existe desde hace más de 200 años; es aquí donde se originó el toque, que se unió “con la danza de cintas de las procesiones del vlle de Güímar que hasta ese entonces tocaban el tajaraste pero sólo con el tambor” (información proporcionada por Juan Carlos Díaz Castro, 52 años, de El Escobonal, Güímar, el 3 de julio de 2008). Anteriormente a ésta existía una danza de arcos de flores, sin cintas, en el que también salía un palo con varas adornadas y con un baile similar pero durante el mismo no se trenzaba el palo. Después se cambiaron los arcos por las cintas y la última incorporación consistió en trenzar el palo. “Según versiones de personas ancianas de nuestro pueblo, la Danza existe desde hace mas de 200 años y, aunque su origen es desconocido, se sabe que antes de danzar el tajaraste, se bailaba por personas mayores al son del pito y el tamboril, libremente y sin danza. En los comienzos de la danza se bailaba con un palo y unas varas enramadas sujetas a el, el baile era parecido al actual; poco mas tarde se sustituyeron las varas enramadas por cintas de colores.” (información proporcionada por Juan Carlos Díaz Castro, 52 años, de El Escobonal, Güímar, el 3 de julio de 2008). Hasta la década de los años 20 (en el siglo XX) hubo una sola danza en el pueblo, con seis danzadores de cada parte del vecindario, ya que el pueblo estaba dividido en dos. Posteriormente, también se desmembró en dos, la de Arriba y la de Abajo. En cuanto a la vestimenta, cuando tenía dos danzas, una de ellas vestía de marinero y la otra danza como en la danza de Güímar (Yanes, 1984). El tamborilero Cho Cirilo fue el más conocido; heredó la música y los instrumentos de su padre, “el cojo de la pita”. De acuerdo con Yanes (1994), de aquí se transmitió a Güímar y Fasnia. Juan Carlos Díaz es el actual tocador de pita: “Se interpreta la música de un tajaraste muy antiguo que se ha transmitido de generación en generación:
1.820, Juan Díaz “El Cojo de la Pita”.
1.857, Cirilo Díaz “Cho Cirilo el Tamborilero”
1.924, Isidoro Frias “Isidorillo”
1.990, Juan Carlos Díaz
En Tenerife el toque de la flauta y el tamboril, tiene su origen en el pueblo del Escobonal (barrio de Güímar) desde aquí se extendió al valle de Güímar, hace unos 10 años en que con una de mis flautas se hicieron unas cuantas en La Laguna, pero para mi gusto no suenan como la original, yo me quedé con una de las mejores que sonaban y nunca la toco porque no suena bien; siempre han bajado a tocar a Güímar nuestros tocadores; hasta hace 10 años que aprendieron unos jóvenes y ya mantienen el toque en la zona, aunque suena diferente al nuestro, tocan mas acelerados con menos figuras y adornos, no juegan tanto dentro de la escala; nuestro toque es mas pausado, algo mas libre, caprichoso, pero dentro de una estructura. Yo siempre que salgo a tocar, primero escucho la grabación que tengo del último tocador “Isidorillo” con la danza, para procurar no alejarme del sonido original; aunque durante el toque en algunas partes le añada mi sello personal, pero tengo claro cuando lo hago.” (información proporcionada por Juan Carlos, de El Escobonal, Güímar, el 3 de julio de 2008).
En cuanto al origen de la flauta, no está del todo claro, “sabemos que “El cojo de la Pita” que era cabrero, encontró la primera pita en una cueva del monte donde los cabreros llevaban el ganado a pastar en verano; en ese entonces no se fabricaban esos instrumentos en canarias, sobre todo como el que el encontró que tenía incrustaciones metálicas. Yo vi una muy parecida en una exposición era el Chiflo aragonés, incluso tenía afinado similar. Suponemos que la flauta llegó hasta allí llevada por otro cabrero, esa zona pertenecía a una data de terreno perteneciente a la familia Fuentes Cullen, que recibió después de la conquista, se trataba de un gran trozo de isla que iba de mar a cumbre; y tenía sus propios cabreros, se sabe de alguno de ellos que fue traído de la península; sabiendo que ese tipo de flautas tiene su origen pastoril, puede que alguno de ellos tuviese alguna y se la dejara olvidada en el lugar hasta que la encontró “El Cojo de la Pita”.
La afinación que tenía la original era LA#/DO/RE/RE#, esta flauta ya no existe, fue comida por la carcoma y las ratas, la tenía la familia guardada en una bodega envuelta en tela, pero cuando fueron a darse cuenta ya estaba totalmente deteriorada, sobre todo la parte del bisel; el último tocador, “Isidorillo” me enseño a tocar y a entender el afinado que debe llevar una flauta para poder tocar nuestra música. Poco a poco fui mejorando el estilo hasta que pude fabricar mis propias flautas. El tamaño de nuestra flauta es aproximado a los 40 y 50 centímetros, según la afinación.” (información proporcionada por Juan Carlos, de El Escobonal, Güímar, el 3 de julio de 2008).
La tradición de la danza se perdió después de mediados del siglo XX hasta que fue rescatada en 1978 por el Tagoror Cultural Agache, con la ayuda de Luis Bethencourt y del mismo Isidoro Frías (también llamado Isidorillo p Siorillo, nieto de Cho Cirilo. De ambos hemos dado noticia más arriba). “En sus comienzos la Danza era bailada solo por hombres mayores de edad, pero como consecuencia de las emigraciones y la Guerra Civil, los hombres se marcharon del pueblo por largos períodos, teniendo que ser sustituidos en la danza por jóvenes. Fue a partir de esa época cuando la danza comienza a ser bailada por jóvenes de ambos sexos, llegándose a las danzas de niños, las cuales iban perdiendo las figuras y mudanzas del baile; pero desde el año 1990, fue recuperada la danza de mayores, manteniéndose activa has hoy día en las fiestas religiosas y actos cívicos importantes de la zona” (información proporcionada por Juan Carlos, de El Escobonal, Güímar, el 3 de julio de 2008).
Aunque después de la guerra civil las mujeres se incorporaron a la danza, e incluso hubo épocas que salían dos danzas, una de hombres y otra de mujeres, actualmente, la de adultos es sólo de hombres y la de niños es mixta.
En cuanto a la danza de cintas en la festividad de El Socorro, se realiza por el mismo grupo de danzadores que han acompañado a San Pedro cada año, es decir, si en los años pares acompaña San Pedro Arriba, también lo hará en El Socorro, y los años impares San Pedro Abajo. El siete de septiembre, tras la misa, el tamborilero inicia el toque del tajaraste para que comiencen los danzadores y continuarán durante toda la procesión hasta la despedida, en la que el toque es exclusivo del tamborilero, sin acompañamiento de las castañetas (Acosta, 1993).

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Cho Cirilo El del Escobonal

Cho Cirilo. El de El Escobonal.

Miércoles, 23 de Noviembre de 2011
Domingo García Barbuzano
Publicado en el número 393 de la revista Bienmesabe
Fuente: http://www.bienmesabe.org/noticia/2011/Noviembre/cho-cirilo-el-de-el-escobonal



Miré un tiempo aquella fotografía, pero no pude identificar aquel personaje que la llenaba de vida, lo cual aumentó más mi curiosidad. ¿Quién sería aquel viejo tamborilero?, ¿cuál sería el pueblo que oyó su llanto al nacer?
 
Hace tiempo buscando entre las antigüedades de mi abuelo, encontré una pequeña caja de puros cubanos que aún conservaba el halito de los que un día fueron los cigarros preferidos de mi viejo. Lentamente mis manos se posaron en la cenceña y deleznable tapa y, tras recreear mi vista en el paisaje cubano que la vestía, abrí aquella vetusta joya de recuerdos. En el interior yacía un pequeño pero importante legado familiar: seis cartas escritas desde la isla del Caribe, de níveas caras maquilladas por la tinta y de cuerpos fajados por el típico jilo carreto, un trozo de lacre, una insignia de arma de infantería, tres pares de gemelos y unas antiguas fotografías.
 
Quizá guiado por aquello de que una imagen vale mas que mil palabras, o por la curiosidad de encontrar viejos lugares que me trasportaran al tradicional ambiente isleño, opté por ojear las postales. Al soltar la gomilla que las mantenía acurrucadas frente al frío lagunero, destacó entre ellas la de un viejo que amparaba bajo la sombra de su sombrero un par de ojos vivarachos y una tez cuyas arrugas eran surcos en el terreno que cansados recordaban el tiempo bueno. Y en sus manos sostenía un tambor y una flauta, cuyo ritmo ancestral parecía querer escapar del amarillento papel que retenía su imagen, papel que, además, se hallaba impregnado de olor a picadura; la misma que, seguramente, formó los puros de la caja de cigarros cubanos.
 
Miré un tiempo aquella fotografía, pero no pude identificar aquel personaje que la llenaba de vida, lo cual aumentó más mi curiosidad. ¿Quién sería aquel viejo tamborilero?, ¿cuál sería el pueblo que oyó su llanto al nacer?, dos preguntas interesantes que, aunque sin respuesta en un primer momento, debían tenerla, pues indudablemente el que un fotógrafo hubiera abierto el objetivo de su máquina a este hombre se debía, sin duda alguna, a su popularidad.

Pasaron los días y al fin comprendí que aquel viejo debió ser muy popular, porque a través de un periódico de 1935 me enteré de que se trataba de Cirilo Díaz Díaz o más popularmente conocido como Cho Cirilo el Tamborilero, hombre que allá por el año 1897 fue muy querido y admirado, ya que pronto destacó dentro del folklore popular canario.
 
Una flauta por herencia. El día 13 de diciembre de 1857 Inés Díaz Rodríguez dio a luz al niño que, con el paso de los años, se convertiría en uno de los personajes más importantes de Güímar (Tenerife), y más concretamente de El Escobonal, pues fue aquí donde vino al mundo. Una fama que remontó cumbres y se escurrió a través de los pinares, llegando a muchos lugares de la isla, en donde todavía perdura el recuerdo que desde su corazón de caña emitía su flauta y los toques graves de la piel de cabra de su vetusto tamboril. Todo a su paso se estremecía: tomillos, laureles y hasta la flor de retama se llenaba de un amarillo más intenso ante la música de Cho Cirilo que, a ritmo de tajaraste, llevaba su mensaje de libertad.
 
Por otro lado, diremos que la tradición familiar-musical es muy importante en la vida de nuestro personaje. Su abuelo fue conocido en EI Escobonal como El Cojo de la Pita, un pastor que dedicó muchos años a tocar la pita y el tamboril, los dos elementos básicos de la danza de las cintas, cuya importancia en el Escobonal, Güímar y Fasnia es de todos bien conocida. Y ésta fue quizá la rica y pobre herencia que su abuelo le dejó: una flauta, en la que Cho Cirilo hurgó en su corazón vegetal hasta conseguir esa habilidad, alegría y júbilo que caracterizaba a su vieja progenie.
 
A los quince años comienza la actividad de tamborilero y flautista de nuestro personaje, pudiendo encontrarlo por aquel entonces en las principales fiestas modulando en su flauta los viejos aires canarios. EI Tajaraste, La Danza, el Santo Domingo a los ecos sobrios del tamboril daban a conocer el perfecto dominio de arrancar a los instrumentos rústicos las notas musicales que ya le enseñara su padre, pues éste también influyó mucho en él.
 
Fue tan grande su importancia dentro de las danzas populares que Tomás Cruz García, al escribir sobre su persona en su libro Breves apuntes históricos de la Villa de Güimar, dice: En los años en que sus naturales achaques le impiden concurrir a los festejos la danza solo se baila al son del tamboril, por no encontrarse en el pueblo ninguna persona que sea capaz de ejecutar a la par varios instrumentos, ni siquiera de tocar solamente el pito.
 
"Yo soy labrador en mi tierra". Muchas son las frases que en viejos artículos se recogen de este tamborilero, como ésta con la que hemos encabezado este apartado, frase muy significativa porque nos pone de manifiesto que Cho Cirilo también era agricultor, actividad esta a la que le dedicó miles de horas de trabajo bajo el sol ardiente y la salinidad que en el mar lanzaba hacia su pueblo de origen.
 
Un hombre sencillo nuestro personaje, al que le molestaba mucho el que la gente cambiara, hecho que se refleja en estas palabras suyas: Ya la gente, la misma gente del campo ya no cree, como si dijéramos en casi nada. Si van a las fiestas es por divertirse pero no por creencia. Eran, en este sentido, preferibles aquellos tiempos en que se ganaba el jornal desdichao en cuatro fiscas, de sol a sol, sin estas ocho horas modernas de jornada, que hacen de la vida del obrero tan bonita con sus cinco pesetas de ganancia.
 
Así fue Cirilo eI Tamborilero, el compañero de la flauta del cañaveral y del vetusto tamboril, cuyos toscos arcos antañones rozaban suavemente sus calzones de lienzo, y hasta su chaleco a rayas, pues nuestro tamborilero uso esta vestimenta tejía por las mujeres, según decía él, cuya moda llegó hasta La Laguna.
 
Murió nuestro personaje al fin un día, pero todavía perdura el recuerdo de aquellos avezados labios a la caña de la flauta, de aquel luctuoso sombrero y de aquellas rugosas manos que hasta los noventa años seguían fieles a sus dos queridos instrumentos musicales, manos que no dejaron este mundo sin antes enseñar a su nieto Isidoro Frías, hombre que continua en la actualidad haciendo vibrar la tierra canaria con el ritmo del tajaraste, al amparo del palo de la danza y bajo la sombra multicolor de las cintas.
 
 
Artículo publicado en el nº 1 de la revista San Borondón del CCPC. Diciembre de 1982.
 
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