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Historia de la lucha canaria en El Escobonal



A la venta en el terrero de Lucha de El Escobonal.

fuente del artículo: Revista Ansina

Este es el título del libro que Arístides Díaz Chico (Fasnia, 1944) dedica a la lucha canaria en El Escobonal y en el que se recopila, con profusión de datos, anécdotas e imágenes, un singular y completo volumen para los anales del deporte vernáculo...

EL Escobonal es uno de los núcleos que conforman la peculiar comarca tinerfeña de
Agache (Güímar), una población de gentes luchadoras, “dentro y fuera del terrero”.

El origen de la práctica de la lucha canaria en la zona se pierde en la historia de los tiempos y, hasta épocas recientes, “junto con la vecina Fasnia, El Escobonal
fue la frontera sur de nuestra lucha en Tenerife”. Su afición, “además de entendida
en lucha, debe ser destacada por su fidelidad”; por ello, “el lleno estaba asegurado en todas las luchadas y, al estar la grada tan cerca del círculo de brega, la presión
sobre el árbitro y el equipo contrario se hacía notar en cada agarrada”.

Estas reseñas, y otras, se cuentan en este libro, al que el autor ha dedicado años de intenso trabajo recopilatorio. Sus páginas están salpicadas de los bregadores
más señeros de todos los tiempos:
Isidoro Frías, uno de los pocos sureños que, en las luchas entre bandos, pudo hacer frente a los rivales del Norte con gran éxito;
Juan Díaz Perdomo, más conocido por Juanillo, el primer Pollo de El Escobonal;o su hermana María La Grande, la primera mujer luchadora de toda
Canarias, eso sí, caracterizada como un hombre, “se rapó el pelo y
se puso un bigote postizo”.

El volumen tampoco es ajeno a las tardes de gloria que ofrecieron Manolo El Cachorro; Gonzalo García Frías, Pollo de El Escobonal; Juan Esteban Pérez Castro, Anselmo Pérez Rodríguez, Diego Campos, Vicente La Mediana, Agustín El Trabuco, Manuel Sánchez, Juan Díaz; Pancho I, Marianito, El Chasna…

También hay referencias de cómo eran aquellos terreros, “en El Escobonal cada huerta era un terredonde después del trabajo nos agarrábamos a luchar”; así como a
los equipos y a las míticas luchadas… Todo ello adornado de una prosa fácil y cercana, experta en el deporte que explaya, y con profusión de anécdotas y curiosidades.

Así, se cuenta que en las primeras décadas del siglo XX eran frecuentes las luchas dominicales entre barrios, hasta que en el año 30 nace el C.L. El Escobonal como único club representativo. Tras los años de la guerra civil, llegaron los días de la
posguerra y un cierto estancamiento en todas las actividades humanas, incluida
la lucha canaria.

En la década de los años 50 se inicia una nueva y gloriosa etapa,
que llega hasta nuestros días, con el establecimiento en El Escobonal
del Club de Luchas Benchomo:
“Este equipo chimajero,
como el guanche que lo nombra,
persigue como una sombra
la victoria en el terrero”.

Aunque el momento cumbre de la lucha canaria en la comarca de Agache coincidió con el
Unión Sur, fruto de la fusión entre el Benchomo y el Brisas del Teide, de
Fasnia, y en el que lucharían juntos los famosos Valencia, Melquiades
y El Pala.

En definitiva, una obra sentida, “hecha con el corazón” de la que no sólo disfrutarán los buenos amantes de nuestro deporte vernáculo sino todos los canarios.

Con este libro, Arístides Díaz ha sido reconocido como hijo adoptivo del histórico Club de Lucha Benchomo

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